Carmen de los Mártires - Paseo de los Mártires, s/n. Granada
Llamado por los árabes "campo de Ahabul", el Carmen de los Mártires fue el lugar desde donde Boabdil partió para hacer entrega de su amada ciudad a los cristianos. Isabel la Católica construyó una ermita en el lugar como recuerdo de ese día. Más tarde se levantó un convento y, sobre sus ruinas, un palacete. En su entorno, un jardín.
Construcciones y espacios verdes que encierran los avatares de un lugar con varios siglos de historia, donde el jardín que lo rodea y lo embellece llega a nuestros días con una extensa mezcla de acontecimientos incrustados en su trazado. Trozos de historia, esplendor y ruina, un caos ordenado. Jardín, huerto, isla, lago, patio, un jardín de jardines.
El Carmen de los Martires se encuentra ubicado en la colina de la Alhambra. Un magnífico palacete, jardines románticos y huertos nazarís sobre la ciudad de Granada.
Antecedentes históricos
En el siglo XI se produce una expansión y desarrollo urbanístico que se extiende por el barrion de los Alfareros, con su famosa alameda de Muamil que en dirección a la Vega puebla con huertos y jardines el Campo de Ahabaul, al que los cristianos llamaban Corral de los cautivos y más tarde Campo de los Mártires, zona de maniobras militares y justas medievales, sembrada de silos y mazmorras, como describe Jerónimo Münzer en 1494.
Boabdil partió de este lugar para entregar las llaves de la ciudad. La reina Isabel la Católica erigió una ermita para rememorar este acontecimiento. En 1573 se erige el convento de los Carmelitas, del que fue prior San Juan de la Cruz, que además de escribir varios libros durante su presencia en el convento, plantó árboles y dedicó parte de su tiempo al cuidado del huerto y los jardines monacales de lo que, más tarde, serían Los Mártires. La figura del místico está relacionada con un árbol a cuya sombra se sentaba a escribir, este árbol se creía que era un cedro del Líbano, aunque en realidad se trata de un ciprés que puede ser visitado siguiendo el camino que discurre tras el huerto monacal. Tras ser destruido el convento, la propiedad pasa por diferentes manos hasta que lo compra el general Carlos Calderón, que fue quien edificó el actual palacete.
El máximo esplendor, sin embargo, llegó de la mano de Huberto Meersmans, que lo adquirió en 1891. Según algunos cronistas "el estanque se convirtió en lago romántico con una isla en el centro, cargada de evocadoras ruinas y airosos intercolumnios. En la huerta conventual surgieron espléndidas avenidas con detalles escultóricos de estilo versallesco, laberintos de perfumado mirto y jardines andaluces con fuentes moriscas, hirvientes cascadas y grutas ocultas. Existía un espeso bosque en cuyas umbrías pastaban ciervos en libertad.
En 1930 la propiedad es adquirida por el Duque del Infantado del que cuentan las crónicas que "embelleció casa y jardines, dedicando a cascadas y lagos los vestigios de su pasión hidráulica". Cristina de Arteaga escribe que "dolido de que no quedara en el Carmen memoria alguna de Felipe II, el monarca que dio a los Carmelitas el agua capaz de transformar el desierto en oasis le dedicó una gran fuente, que llevaría su nombre, entre las embrujadas sombras de un sinfín de palmeras fundidas en una sola masa", el actual jardín de las palmeras.
En los años 70 y después de pasar de manos privadas a públicas, una operación inmobiliaria destruyó gran parte de la propiedad bajo la pretensión de construir un hotel. La presión social impidió que el proyecto siguiese adelante, aunque no se pudo evitar gran parte de la destrucción. El bosque desapareció casi por completo, decenas de árboles centenarios y el laberinto romántico que lo atravesaba desaparecieron, así como ejemplares de plátanos, castaños de indias, cedros, madroños y una encina cuya plantación se atribuía a Santa Teresa de Jesús.
El huerto
En la actualidad el huerto ha sido restaurado y se ha respetado la mezcla de especies que podría haber conformado la vida monacal, plantas hortícolas, medicinales y aromáticas como romero, tomillo, orégano, lavanda o fresas. Al fondo del huerto se ha construido un cenador con caña de Motril.
Isla del Lago.
Está rodeada por el estanque donde se alojan cisnes negros. El lago está bordeado por árboles y arbustos entre los que destacan palmeras, setos de arrayán y cañas de bambú. Además en la isla se encuentra uno de los árboles más singulares del lugar, el árbol de las pelucas, llamado así porque sus frutos poseen unos pedúnculos fructíferos plumosos que, en verano y otoño, le dan un aspecto de cabellos sobre las hojas. También existen carpes, madroños, cedros de Bussaco, originarios de la primera plantación, con unos 150 años de edad.
Terrazas.
En las zonas aterrazadas existen numerosos árboles frutales como perales, manzanos, granados y naranjos.
Jardín Francés.
El Jardín Francés es diferente del primitivo. Ahora con una imagen boscosa, destacan los grandes magnolios, palmeras, naranjos y arbustos de flor.
Jardín inglés.
Se sitúa a la espalda del palacete y está formado por un bosque tupido de palmeras con una fuente dedicada a Felipe II en el centro.
Jardín español.
Está situado junto a la terraza próxima al Auditorio Manuel de Falla. Se hizo a imitación de los jardines de los cármenes granadinos, pero fue destruido en los años 60 y ahora sólo queda un estanque rodeado de rosales y algunos de los tilos originales.
Fue concebido y realizado por el Duque del Infantado como homenaje a la jardinería nazarí. El patio posee un empedrado granadino, rodeando un largo estanque inspirado en el Patio de la Acequia de la Alhambra, con calas y macetas y ventanales donde se asoman los jazmines. En el centro existe una pequeña gruta excavada en la pared.