La Alhambra: Historia, Arte y Patrimonio

Un MOOC de Abierta UGR

 

Puerta de Armas

Es la segunda puerta construida es la de las Armas (o Bāb al-Silah).
Alojada en un lateral de la Alcazaba, se supone que fue la de mayor tránsito. Si notable es su distribución interior, con doble puerta de salida para acceder a la alcazaba o a la zona urbana y palacios.
En la Alhambra no hay ninguna puerta ni sus arcos son iguales unos a otros, salvo el caso de los arcos de ingreso de la Puerta de las Armas y el de salida de la Puerta de la Justicia.

Módulo 3.2. Calles y puertas de la Alhambra.

Patronato de la Alhambra

Foto: Olga Ruano Yeguas.

 

Torre de la Vela

Torre situada en la Alcazaba.
En su interior, y ocupando toda la superficie de la tercera planta, encontramos una vivienda.
Tras la conquista cristiana, la Alcazaba quedó en manos de la administración militar, y estas estancias se destinaron a ser residencia de la persona encargada de realizar los toques, de carácter castrense, de la campana de la Torre de la Vela. Los Caballeros Mutilados, militares heridos de guerra, eran los encomendados, por orden del Gobernador para efectuar los diferentes toques que durante siglos marcaron la vida ordinaria de la ciudad de Granada.

Módulo 3.3. Sistema defensivo.

Patronato de la Alhambra

Foto: Olga Ruano Yeguas.

 

Torre de la Pólvora

La Torre de la Pólvora es un pequeño torreón medieval islámico que forma parte del sistema defensivo nazarí de la Alcazaba. Está situado en el extremo nor-occidental y ligeramente avanzado en relación con la muralla, lo que le confería una situación estratégica para controlar a los atacantes que accedían por la vaguada situada a sus pies, actualmente Cuesta de Gomérez.
En época cristiana, la Torre de la Pólvora se convierte en una plataforma de artillería, y se sabe que en este lugar se almacenaba y manipulaba este tipo de material.

Blog del Patronato de la Alhambra y Generalife.

Foto: Olga Ruano Yeguas.

 

Torre del Homenaje

Torre del recinto amurallado que, como la torre de la Vela, servían de vivienda o almacén.

Módulo 3.3. Sistema defensivo.

Foto: Olga Ruano Yeguas.

 

Puerta de la Tahona

Desde la puerta de las Armas se pasaba a una calle o foso controlado desde las murallas de la Alcazaba y el adarve general. Desembocaba esta calle, a través de la Puerta de la Tahona, en una explanada, recuperada hace unas décadas, por debajo de la Plaza de los Aljibes.

Módulo 3.2. Sistema defensivo.

Foto: Pepe Marín.

 

Plaza de Armas

El área intramuros de la Alcazaba es el que se conoce en las fortalezas medievales como Plaza de Armas. Lugar destinado a paradas militares en tiempo de paz y a establecer la defensa en el momento de la batalla, es por tanto espacio abierto y diáfano, sin apenas construcciones.

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Foto: Olga Ruano Yeguas.

 

Plaza del Aljibe

Se debe al Conde de Tendilla, primer alcaide de la Alhambra, la edificación del gran aljibe en la explanada que precede a la Alcazaba y la constitución, en 1517, de las Ordenanzas de la Real Acequia que regularán los usos del agua hasta época decimonónica.

Módulo 3.4. La infraestructura hidráulica.

Foto: Olga Ruano Yeguas.

 

Jardín de los Adarves

El que hoy se conoce como Jardín de los Adarves se edificó en el siglo XVI como parte del programa de adaptación de la Alcazaba a las exigencias de la defensa que se requerían en aquella época.
La trasformación de la plataforma artillera en jardín ocurre hacia 1628, fecha en la que se tiene constancia documental de la construcción de uno de los dos pilares existentes, en el que se representan genios marinos sobre delfines. La intención de esta transformación se atribuye al Marqués de Mondéjar.

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Foto: General: Olga Ruano Yeguas, y fuente: Pepe Marín .

 

Puerta de las Granadas

Hacia 1536 se elevó a modo de solemne entrada a la Alhambra la Puerta de las Granadas, proyecto de Pedro Machuca, el mismo arquitecto al que se atribuye el Palacio de Carlos V y como éste, labrada en piedra con aparejo almohadillado.
En el tímpano presenta el escudo Imperial, con las figuras alegóricas de la Paz y la Abundancia, coronado por las tres grandes granadas que le brindan el nombre.
Esta puerta renacentista sustituyó a otra islámica, cuyos restos pueden verse a su costado derecho.

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Foto: Pepe Marín.

 

Torres Bermejas

Las tres torres que forman parte de este conjunto están situadas en los puntos estratégicos que circundaban la Vega de Granada y al que tal vez pertenecía la primera Alcazaba de la Alhambra.
manuel gómez-moreno gonzález, apoyado en luis de mármol, las dató de tiempos de muhammad i, el fundador de la dinastía nazarí, aunque la fábrica de sus paramentos, muy semejante a los de la alcazaba, se remontan al siglo xi.
en la actualidad el conjunto se compone de tres torres, sobresaliendo en tamaño la central y un acusado baluarte de artillería de época cristiana. en los paramentos interiores se observa gran cantidad de losas de sepulturas musulmanas, lo que evidencia que las torres fueron reforzadas por los cristianos.
las torres bermejas constituyen un importante baluarte fortificado para la defensa del sector en que se encuentran, y están enlazadas mediante una muralla con la alcazaba de la alhambra.

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Foto: Pepe Marín.

 

Pilar de Carlos V

Junto a la Puerta de la Justicia puede observarse un baluarte circular de artillería desde el que desciende un muro en piedra labrada, ante el que se talló una de las obras maestras del Renacimiento granadino, el Pilar de Carlos V, con dos cuerpos de altura y composición tripartita centrada en torno a tres mascarones surtidores. Estos son interpretados por algunos como símbolos de los ríos de Granada: Darro, Beiro y Genil, y otros como el Verano, Primavera y Otoño por tener sus cabezas coronadas con espigas, flores y frutas.
En el centro del segundo cuerpo existe una cartela con inscripción alusiva al Emperador Carlos V, flanqueado por pilastras que acogen las armas de Borgoña y Lorena con las columnas de Hércules. Se remata con un ático de medio punto en cuyo tímpano está esculpido el escudo imperial.
El lienzo de muro sobre el que se apoya el pilar, presenta cuatro medallones tallados con personajes mitológicos: Hércules matando a la Hidra de Lerna; las hermanas Frixo y Hele pasando el Helesponto sobre un carnero, Dafne perseguida por Apolo, y por último Alejandro Magno.

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Foto: Pepe Marín.

 

Palacio de Carlos V

Carlos V, Rey de España y Emperador electo de Alemania, decide edificar su Palacio Real en la Alhambra, después de la visita que realiza a Granada tras su boda en Sevilla con Isabel de Portugal en 1526. Su implantación, a pesar de su diseño y calidad formal, cambió la imagen del recinto alterando su tejido interior y la conexión con la ciudad. El proyecto original contemplaba una gran plaza porticada al oeste y otra más pequeña al sur modificando de forma importante los accesos.
El Emperador decidió construir el Palacio al estilo "romano", probablemente influido por el propio Gobernador de la Alhambra y Capitán General Luis Hurtado de Mendoza, cuya familia jugó un importante papel en la recepción de la cultura italiana en Castilla, aunque el modelo del palacio pudo ser sugerido por Baldasare Castiglione, amigo de Rafael y de Giulio Romano.
El proyecto original se debe a Pedro Machuca, formado en el círculo artístico de la Roma de León X, que dirige las obras entre 1533 y 1550, fecha de su muerte, dejando terminadas las fachadas excepto las portadas de poniente y mediodía. Le sucede su hijo Luis que realiza el patio circular, quedando suspendidas las obras durante 15 años por la rebelión de los moriscos de Granada en 1568.
En 1619 se completa la columnata alta del patio y continúan las obras hasta su abandono en 1637, sin cubrir de aguas el edificio. El Palacio quedó inconcluso hasta que en 1923 Leopoldo Torres Balbás inicia un programa de recuperación del mismo con destino a museo, que culminará el arquitecto Francisco Prieto Moreno en 1958.
En la elección estilística del Palacio hubo una firme voluntad de expresar una arquitectura "a lo romano", mediante la originalidad de la planta, un círculo inscrito en un cuadrado, y el uso del lenguaje arquitectónico del pleno Renacimiento.
Del diseño general de la planta cabe destacar el empleo complementario de la Capilla octogonal, figura geométrica que viene a ser una segunda estructura centralizada del Palacio, de gran prestigio en el Renacimiento.

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Foto: Olga Ruano Yeguas.

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Puerta de la Justicia

De las cuatro puertas exteriores del recinto amurallado de la Alhambra, la más monumental es la Puerta de la Justicia, edificada en 1348.
Junto a ella puede observarse un baluarte circular de artillería cristiana desde el que desciende un muro en piedra labrada, ante el que se talló una de las obras maestras del Renacimiento granadino, el Pilar de Carlos V.
Esta Puerta posee uno de los valores simbólicos más destacados de la Alhambra: la mano en la clave del gran arco de fachada y la llave en la clave del arco de entrada (símbolos islámicos), contrastan con la imagen gótica de la Virgen y el Niño, de Roberto Alemán, emplazada por orden de los Reyes Católicos sobre la inscripción árabe fundacional de la puerta.
El interior, como es característico de estas construcciones defensivas, se desarrolla en doble recodo, salvando un pronunciado desnivel, cubierto sucesivamente por bóvedas de aristas y una cúpula, pintadas con ladrillo rojo fingido, una de las características de la arquitectura nazarí.

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Fotos: Olga Ruano Yeguas.

 

Patio de Machuca

El Patio de Machuca, usado por el arquitecto del Palacio de Carlos V, está centrado por una curiosa alberca de forma parecida a los ninfeos romanos, en cuyos lados menores disponía de sendas fuentes circulares que vertían agua a su interior.

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Fotos: Pepe Marín.

 

Mexuar

Debe su nombre al término árabe Maswar, lugar donde se reunía la Sura o Consejo de Ministros. También era el lugar o la antesala donde el Sultán impartía justicia.
Esta estancia debió pertenecer a una estructura anterior al Palacio de Comares y al de Los Leones, probablemente al construido por Isma’il I (1314-1325) y ha sufrido numerosas transformaciones.
La decoración fue adaptada por Yusuf I (1333-1354) y posteriormente por Muhammad V en su segundo mandato (1362-1391), ambos responsables respectivamente de los dos Palacios de la Alhambra que mejor se han conservado.
Originalmente tenía un cuerpo central de linterna que le servía de iluminación cenital y de la que sólo subsisten las cuatro columnas y sus entablamentos. En el siglo XVI se modifica todo el espacio para añadirle una planta superior y transformarlo en Capilla.
Entre las radicales modificaciones de la sala destaca por su curiosidad la del friso epigráfico de yesería que discurre por encima del zócalo alicatado. Procedente del desaparecido Pórtico del Patio de Machuca se colocó en el Mexuar por artesanos moriscos, en lugar de las típicas almenillas, con una clara intención simbólica: «El Reino es de Dios. La fuerza es de Dios. La Gloria es de Dios». Esta inscripción venía a reemplazar a las jaculatorias cristianas: «Christus regnat. Christus vincit. Christus imperat».

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Fotos: Pepe Marín.

 

Torre de Comares

La torre de Comares es una torre salón o Qubba, como lo es también la de los Abencerrajes. Es la mayor de la Alhambra con 45 metros de altura, tiene en su interior la también mayor estancia del recinto: el Salón de Comares o de los Embajadores, igualmente llamado del Trono.
En sus muros se abren nueve pequeñas alcobas, iguales dos a dos, excepto la central frente a la entrada, reservada al Sultán y más ricamente decorada.

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Foto: Pepe Marín.

 

Patio de los Arrayanes

Los palacios no son sino casas a una escala mayor y con decoraciones más destacadas, pero con su misma estructura y funciones. El Patio de Comares o de los Arrayanes toma su nombre de los grandes macizos de esta planta, también llamada mirto, que bordean la alberca en sus lados mayores.
Originalmente estos espacios ajardinados eran mucho más bajos y probablemente con mayor variedad de árboles enanos, para que sus copas no sobresalieran en exceso.
La Alberca juega un papel importantísimo en la definición arquitectónica y estética del lugar pues, con su lámina de agua, que actúa como un espejo, refleja las estructuras dándoles una proyección geométrica que rompe la excesiva horizontalidad del espacio.
El Patio siempre estuvo pavimentado con grandes losas de mármol blanco, aunque a finales del siglo XVI consta que se amplió su solería por lo que originalmente pudo estar reducida a unos andenes.

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Foto: Pepe Marín.

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Salón de Comares o de los Embajadores

El Salón de Comares o de los Embajadores, igualmente llamado del Trono.
En sus muros se abren nueve pequeñas alcobas, iguales dos a dos, excepto la central frente a la entrada, reservada al Sultán y más ricamente decorada.
La solería de la estancia, repuesta en diversas ocasiones, conserva en el centro la mayoría de sus piezas originales, de cerámica dorada, a las que se añadieron otras semejantes posteriormente. Posiblemente tuvo también losas de mármol.
Los paramentos verticales del Salón están íntegramente revestidos de decoración. En su parte inferior conserva diferentes zócalos alicatados originales, sobre los que se desarrolla la rica decoración de yesería, alternando la geometría con el ataurique y la epigrafía. Originalmente estaba policromada con vivos colores, como si de un tapiz se tratara.

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Foto: Olga Ruano Yeguas.

 

Techo del Salón de Comares o de los Embajadores

El techodel salón es puramente ornamental.
Su estructura consiste en un armazón de madera ensamblado en tres planos diferentes con distinta inclinación, lo que le otorga una apariencia piramidal. A esta estructura, acodada a las cuatro caras interiores de la torre mediante puntales (simples troncos de árbol), se le iban clavando por su plano visto sucesivos tableros hasta cubrirla por completo. Sobre esa superficie ya cerrada y lisa, los artesanos procedían a clavar las piezas que componían el diseño, previamente calculado. Este es un motivo geométrico consistente en combinar distintas ruedas de estrellas con lazos de 8 y 16, que acoplan más de ocho mil piezas de diferente corte y tamaño, llamadas zafates, todas ellas pintadas en combinados colores. En el centro de la estructura se sitúa, en plano superior a modo de remate, un cupulín de mocárabes con base octogonal llamativamente coloreado, en cuyo eje destacaba una estrella blanca, raíz originaria y sublime culminación simbólica y decorativa del conjunto.A este techo se le llama técnicamente “armadura ataujerada de par y nudillo”
El techo del Comares es una representación de la Escatología del Islam: siete cielos a los que el alma del creyente, tras la muerte, irá destinado según sus méritos, ascendiendo hasta alcanzar el octavo, el Paraíso, el Trono de Dios, aquí representado en el cupulín central de mocárabes. Cada cielo aparece figurado horizontalmente mediante ruedas de estrellas que se van superponiendo hasta el centro, de donde emana la luz divina, y donde injerta sus raíces el árbol del Paraíso, simbolizado en los vértices del techo, que también pueden asemejar a los ríos del Paraíso que irrigan los cielos escalonados. Así visto, las múltiples piezas (zafates) que conforman el cosmos (techo), serían la pedrería con la que algunos tratados de Escatología describen los cielos que el Profeta transitó en su ascenso hasta el Creador.Bajo el techo, en las cuatro caras de la torre, aparece una banda epigráfica en caracteres blancos con la Sura nº 67 del Corán, llamada “del Reino” o “del Señorío”, que revela la incuestionable soberanía de Dios. Los primeros versículos explican el significado del techo:

¡Bendito sea Aquél en cuya mano está el dominio! Es omnipotente. Es Quien ha creado la muerte y la vida para probaros, para ver quién de vosotros es el que mejor se porta. Es el Poderoso, el Indulgente. Es Quien ha creado los siete cielos superpuestos. No ves ninguna contradicción en la creación del Compasivo. ¡Mira otra vez! ¿Adviertes alguna falla? Luego, mira otras dos veces: tu mirada volverá a ti cansada, agotada. Hemos engalanado el cielo más bajo con luminares, de los que hemos hecho proyectiles contra los demonios y hemos preparado para ellos el castigo del fuego de la gehena...

Módulo 4.4. El Techo del Salón de Comares

Foto: Olga Ruano Yeguas.

 

Sala de la Barca

Antesala del espacio más importante del Palacio de Comares, su denominación puede derivar de la forma de su bóveda semicilíndrica, semejante al casco de un barco invertido, o tal vez de la palabra árabe al-baraka (la bendición), repetida insistentemente en las yeserías de sus muros.
A finales del siglo XVI fue necesario repintar el techo, por lo que también se la conocía hasta épocas recientes como Sala Dorada. La forma y dimensiones del techo lo convierten en un ejemplar extraño y único. El original quedó casi totalmente destruido a consecuencia de un incendio el 15 de septiembre de 1890, finalizando su restauración en junio de 1965, a partir de dibujos, fotografías y piezas salvadas.
La armadura, de lazo ataujerado, es de madera de pino. Sus extremos son de cuarto de esfera con decoración de lazo de 12. El eje central conjuga ruedas de 12 y sinos o estrellas de 8, combinándolas sucesivamente.
Un zócalo de diferentes alicatados reviste toda la sala, incluidas las alcobas que se abren a los extremos mediante grandes arcos semicirculares. Las alacenas fueron ampliadas en el siglo XVII para abrir sendas ventanas con rejas al patio, como puede verse en los grabados del siglo XIX y en fotografías antiguas.

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Foto: Olga Ruano Yeguas.

 

Baño de Comares

Entre las singularidades de la arquitectura islámica que se conservan en la Alhambra destaca especialmente el hammam: el baño de Comares, llamado hasta no hace mucho tiempo Baño Real por haberlo reservado para su uso particular los Reyes Católicos. Hoy sabemos que cada palacio de la Alhambra disponía de su propio hammam, pero éste es el único baño medieval islámico que se ha conservado prácticamente íntegro en Occidente. Tomado por la cultura islámica de las termas romanas, pronto se convirtió en un elemento fundamental del mundo musulmán.
Las estancias del baño de la Alhambra, por su estado de conservación y especial naturaleza, con el fin de preservarlas lo mejor posible, no se visitan habitualmente, aunque sí se pueden contemplar desde otros espacios a través de huecos.
Ubicado entre los palacios de Comares y de los Leones, cerca de las habitaciones del palacio, tiene una puerta directa al patio, junto a la crujía en la que residía y gobiernaba el sultán.
Este baño ha conservado bastante bien todos sus elementos, con las modificaciones estructurales propias de un cambio de uso y de un mantenimiento más testimonial que funcional. La entrada, al mismo nivel del patio de los Arrayanes, conduce a un primer espacio vestibular donde desvestirse, con una alcoba para ello, y una letrina apartada y aireada.
Desde este primer apoditerio se desciende mediante una pronunciada escalera a la sala de reposo, llamada bayt al-maslaj, que es, quizá, el lugar más destacado del baño, y aquí se llama sala de las Camas, por los dos amplios aposentos ligeramente elevados que flanquean la estancia principal.
Todo este espacio está aireado e iluminado cenitalmente por una linterna central, muy frecuente en la arquitectura nazarí. Los elementos decorativos de la sala, fuente, pavimentos, columnas, alicatados y yeserías son en gran parte originales, aunque techos y yeserías fueron reparados y repintados con vivos colores en la segunda mitad del siglo XIX. Las puertas que flanquean a las camas forman parte de la estructura original del baño: además de la de acceso, su paralela abre a un almacén de servicio; las fronteras conducen a una letrina emplazada tras la alcoba, y a las cámaras de vapor del baño.
Toda la zona de vapor del hammam está cubierta con bóvedas horadadas con multitud de tragaluces, ligeramente cónicos, con formas lobulares y estrelladas. Dotadas de cristales practicables en la cara exterior, los servidores del baño las abrían o cerraban para regular el ambiente de vapor de las salas.
Le sigue un espacio reducido y de paso, llamado bayt al-barid, dotado de una pila con agua fría, al que sucede la zona central del baño o bayt al-wastani, estancia amplia y caldeada con un ámbito central flanqueado por sendas arquerías de triple arco de herradura ligeramente apuntada.
Frente al vano de acceso, otro conduce a la última sala caldeada del baño, la bayt al-sajun, a cuyos extremos, bajo amplios iwanes, dos grandes pilas vertían a voluntad agua fría y caliente. Bajo el suelo de esta sala está situado el hipocausto, junto al que se emplazan, tras el arco cegado del fondo, el horno (al-furn) y la caldera, en cuya proximidad se dispone de una leñera para almacenar la materia de combustión, con la consiguiente puerta trasera de servicio.
Las salas de vapor tienen solerías de mármol bajo las que discurren conductos para mantener el calor, por lo que en estas salas se debía usar calzado de suela gruesa. De la misma forma, en los muros se instalan canalizaciones de barro de diferentes tamaños y secciones, para conducir el aire caliente y el vapor de la caldera y alcanzar la temperatura y la humedad necesarias para el baño.
En el siglo XVI se renovaron algunos zócalos cerámicos de estas salas, en alguno de los cuales se puede leer abreviado el “Plus Ultra” imperial, y se habilitó una moderna salida, a través del colindante patio de Lindaraja.
Por su singularidad, el Baño de Comares ha sido para visitantes y artistas uno de los principales lugares de fascinación de toda la Alhambra. Desde el seducido Jerónimo Münzer en 1494, hasta el vanguardista Henry Matisse en 1910 quedaron cautivados por la atmósfera y el misterio de su luz. La nómina de representantes de las artes plásticas que plasmaron sus impresiones es muy extensa; baste con señalar las planchas de Alexandre Laborde (1812), los apuntes de Richard Ford (1831) o el plano que levantó James Cabannah Murphy (1813) con detalles como el circuito de canalizaciones o la caldera del baño.

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Foto: Pepe Marín.

 

Patio de Lindaraja

Contiguo al Patio de la Reja se abre otro con estructura semejante pero ambiente ciertamente diferente por su carácter claustral. El Patio de Lindaraja adopta el nombre del precioso mirador que lo preside en su cara meridional, toda ella fachada exterior del Palacio de los Leones que, hasta el siglo XVI, quedaba abierta al paisaje.
A partir de entonces, lo que debió ser un jardín bajo y abierto queda encerrado por las tres crujías de las Habitaciones del Emperador, con galerías porticadas en planta baja para las que se utilizaron columnas procedentes de otros lugares de la Alhambra, creando así una sensación de claustro acentuado por el diseño del jardín y por la fuente situada en su centro.
Esta, de piedra de Sierra Elvira y diseño barroco en su base, antepecho y pilastra, tuvo, al menos desde 1626 hasta marzo de 1995 en que se desmontó para su restauración y conservación en el Museo de la Alhambra, una hermosa taza nazarí de mármol con decoración de gallones e inscripción epigráfica, probablemente destinada al mismo Palacio de los Leones.
Se sale del Patio y del itinerario de los Palacios, por la única de las tres crujías, que también tiene en planta alta una galería denominada hasta época reciente «de Châteaubriand» por haber dejado en ella su firma el famoso escritor y político francés, cuyas columnas proceden del derribo del Patio de Machuca.

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Foto: Olga Ruano Yeguas.

 

Peinador de la reina

Desde la antecámara de las Habitaciones del Emperador se pasa a una galería abierta al paisaje.
Desde la Galería puede verse a la derecha, sobresaliendo de la muralla, la Torre de Abu-I-Hayyay, única que rompe el esquema habitual de las torres de la Alhambra, conservando en su interior un intimista pabellón al que se añadió en el siglo XVI la conocida «estufa», y en el exterior una galería de tradición italiana, en sustitución de la linterna original con iluminación cenital, pasando a denominarse «Peinador de la Reina».

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Foto: Olga Ruano Yeguas.

 

Sala de Dos Hermanas

A la Sala de las Dos Hermanas corresponde la segunda residencia del Palacio de los Leones, con semejante estructura a la de los Abencerrajes, es decir, elevada con respecto al Patio desde el que se accede por una única puerta, con cierre de madera ataujerada, ricamente decorada mediante composiciones geométricas.
Tras la entrada, se desarrollan a derecha e izquierda sendos corredores que conducen respectivamente, a las habitaciones de la planta superior y al retrete de la vivienda. El nombre lo recibe por las dos grandes losas de mármol, centradas por una fuentecilla que evacua por un canalillo al Patio de los Leones.
El zócalo de alicatados, uno de los más originales por su peculiaridad de toda la Alhambra, es una bella composición geométrica a base del entrelazado de cintas de varios colores.
La decoración de yesería de los paramentos, dividida como es característico del arte nazarí en grandes paños separados por inscripciones epigráficas, cubre por completo los muros, culminando en la que es sin duda la obra maestra: una cúpula de mocárabes que, a partir de una estrella central, se desarrollan mediante el conocido teorema de Pitágoras.
En los dos laterales de la Sala, de planta cuadrada, abren dos alcobas. Cada una con su característico espacio para la tarima o cama, que se cubren con unos extraordinarios artesonados de madera bellamente decorados.

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Foto: Olga Ruano Yeguas.

 

Patio de los Leones

El Palacio de los Leones o Palacio del Ryad al Said, conocido también en las fuentes árabes como Palacio del jardín feliz, ocupa una posición central dentro del recinto fortificado de la ciudad palatina de la Alhambra constituyendo la denominada Qasr al Sultan. Representa el momento culminante de la arquitectura nazarí que coincide con el segundo reinado de su promotor Muhammad V (1362-1391). La Fuente de los Leones, símbolo del poder del sultán, no sólo es el elemento más representativo de su riqueza decorativa sino que también lo es del complejo y sofisticado sistema hidráulico del recinto palatino.
El esquema organizativo del Palacio de los Leones consta de un patio central alrededor del cual se distribuyen distintas estancias de las cuales la principal se conoce como Sala de las Dos Hermanas. Como elementos distintivos destacan su arquería y columnata que envuelve la totalidad del espacio y los dos pabellones que avanzan en sus lados menores, aportando complejidad a su composición y riqueza a la percepción del conjunto. Los ritmos decorativos establecidos responden a una sutil combinación que se complementa con el claroscuro de las yeserías creando un ambiente cargado de exotismo que ha sido valorado por numerosos viajeros y artistas a lo largo del tiempo. El patio ha llegado a día de hoy con una configuración en forma de crucero, con fuente central, del que se encuentran escasos precedentes tanto en Al Andalus como en el resto del mundo islámico medieval. La perfección proporcional y visual que añade al patio la galería de columnas anteriormente citada, lo ha convertido en uno de los ejemplos arquitectónicos más universales y admirados.
La Fuente de los Leones ocupa el eje central del palacio en torno al cual se abren las distintas estancias regias. Se compone de doce esculturas de leones surtidores distribuidos de forma radial que parecen "sostener" en sus lomos una gran taza dodecagonal de 2,56 m. de diámetro. La taza, constituida por un surtidor central y decoración epigráfica, geométrica y vegetal, se apoya sobre una base cilíndrica realizada en piedra caliza. La pieza central del surtidor es una réplica del original que fue retirado en 1981 para su estudio. Contiene ocho orificios distribuidos perimetralmente que se corresponden con los ocho desagües de mayor tamaño situados debajo de los mismos. De este modo el agua que vierte la fuente se recoge en los desagües, sin desbordarse por la taza, estableciendo una suave armonía con la que brota por los caños de la boca de los leones produciendo un suave rumor de agua.

Módulo 4.6. La Fuente de los Leones.
María del Mar Villafranca.

Fotos: Pepe Marín.

 

Sala de los Abencerrajes

De los dos espacios residenciales del Palacio de los Leones, el situado al Sur se desarrolla en torno a la Sala de los Abencerrajes, así denominada a partir del siglo XVI al atribuirle la tradición el poco riguroso escenario de sangrientas disputas cortesanas que acabarían con los principales miembros de esa familia norteafricana.
La estancia principal se encuentra elevada con respecto al nivel del Patio, el cual se divisa desde el interior a través de su única abertura, una amplia puerta que conserva sus batientes originales, de madera ataujerada con rica decoración de lacería, restaurados en varias ocasiones.
De la planta cuadrada, centrada por una bella fuente dodecagonal de mármol, abren a sus costados, mediante dobles arcos, dos amplias alcobas. Gran parte de su decoración de yesería fue muy restaurada en el siglo XVI, al que también corresponde el principal zócalo de azulejos, de procedencia sevillana.
Lo más espectacular de la Sala es su impresionante cúpula de mocárabes en forma de estrella de ocho puntas al abrirse sobre ocho trompas también de mocárabes.
Como es tradicional en la arquitectura nazarí, tras la puerta de acceso se desarrollan sendos pasillos muy modificados que conducían respectivamente a un retrete desaparecido y a la planta superior, donde se encuentra una bella algorfa o habitación que sobresale al Patio.

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Fotos: Pepe Marín.

 

La Rauda

Rawda, significa cementerio. Es aquí, a espaldas del Palacio de los Leones, donde la familia real enterraba a sus familiares difuntos. Cuando se descubrieron a finales del s. XIX, se encontraron vacías pues Boabdil se llevó a todos sus antepasados al pie del Castillo de Mondújar (población cercana a Lecrín, en el camino de las Alpujarras).
Frente a ella se encuentra la llamada Puerta de la Rauda, por su proximidad al cementerio. Este edificio de planta cuadrangular, conserva en su interior una magnífica cúpula de gallones, con la tradicional decoración pintada de ladrillos rojos con llagas blancas en "trompe l'oeil".
Se trata de una qubba o pabellón, abierto en tres de sus costados mediante grandes arcos de herradura; el cuarto sirve de puerta de comunicación con el interior del Palacio de los Leones en cuya estructura quedó integrado el edificio, aunque éste es anterior en construcción.

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Fotos: Pepe Marín.

 

Baño de la Mezquita

Muḥammad III (1303-1309) construyó el baño público de la mezquita mayor para su mantenimiento como bien de hábices.

Módulo 3.6 Los Baños de la Alhambra.
Carlos Vílchez.

Fotos: Pepe Marín.

 

Santa María de la Alhambra

A lo largo de la Calle Real existían diversos edificios públicos, viviendas y pequeñas industrias, algunos de los cuales permanecen transformados por el tiempo y por nuevos usos.
En este tramo de la calle destaca especialmente la Iglesia de Santa María de la Alhambra, terminada a principios del siglo XVII sobre el solar de la Mezquita Mayor y su baño, este último conservado parcialmente en la casa donde nació y vivió el músico Ángel Barrios, hoy Museo evocador de su figura y del ambiente intelectual del primer tercio del siglo XX.
Las obras del templo se realizaron entre 1581 y 1618, completadas por el arquitecto Ambrosio de Vico siguiendo trazas de Juan de Herrera y Juan de Orea, aunque con fábricas muy humildes en comparación con los proyectos iniciales.
Con planta de cruz latina y capillas laterales, destaca su retablo barroco con grandes columnas salomónicas de 1671, así como el Crucificado y las grandes imágenes de las Santas Úrsula y Susana, de Alonso de Mena.

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Fotos: Olga Ruano Yeguas.

 

Puerta del Vino

La Puerta del Vino, nombre de época cristiana, en su origen fue una de las más antiguas y la única interior que queda en pie. Era una especie de arco triunfal y muestra una ruda decoración pétrea en la cara exterior, que contrasta con la delicada decoración de cerámica de cuerda seca de la cara interior, única en la arquitectura alhambreña. También conserva en esta cara uno de los pocos restos de decoración esgrafiada y pintada de los muros exteriores de la Alhambra. De ella partía la calle Real Alta, la más ancha y larga del recinto, a modo de arteria principal, que comunicaba esta zona militar y de acceso a los palacios con la medina, talleres y palacios de la zona meridional y oriental.

Módulo 3.2 Calles y Puertas de la Alhambra.
José Manuel Gómez-Moreno.

Fotos: Pepe Marín y Olga Ruano Yeguas.

 

Sala de los Reyes

La Sala de los Reyes es el gran espacio áulico y emblemático del Palacio de los Leones. Lugar de reposo y tertulia, se estructura en torno a un gran vestíbulo, de más de 30 metros de longitud, que servía de escenario para las más variadas recepciones y representaciones festivas.
El espacio se encuentra dividido en tres alcobas de planta cuadrada, rematadas con cúpulas de mocárabes que sobresalen de la cubierta general a semejanza de linternas -otro elemento característico de la arquitectura nazarí-. Estas salas se ven fraccionadas perpendicularmente por grandes arcos dobles de mocárabes.
Las tres falsas bóvedas albergan pinturas sobre cuero de rica iconografía profana. El estilo se corresponde con el gótico lineal en el abundante empleo de la línea y el dorado, responde también a los caracteres de la pintura trecentista: tanto en los rasgos de los personajes representados como en algunas indumentarias de tipo florentino. El conjunto se debe a artistas cristianos conocedores del mundo musulmán, en donde se mezclan la estética italiana con la islámica, poniéndose de manifiesto la influencia del taller toledano como base de la amistad existente entre don Pedro I de Castilla y Muhammad V de Granada.
En las bóvedas laterales, parecen representarse las escenas secuenciales de un relato novelesco medieval, en el que unos caballeros, claramente identificados por sus ropas musulmanas y cristianas, realizan diversas pruebas para obtener los favores de una dama.
La historia que comienza en la bóveda izquierda, puede tener su desenlace en la bóveda de la derecha, sucediéndose distintos episodios como la cacería de animales salvajes, el juego del ajedrez o la justa entre caballeros. Todas las escenas se desarrollan entre una extraordinaria representación de la naturaleza: aves y animales silvestres en movimiento entre una profusa vegetación y arboleda.

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Fotos: Pepe Marín.

 

Palacio del Partal y Oratorio

El palacio del Partal se conserva solo parcialmente y se atribuye al sultán Muhammad III (r. 1302-1309). Está constituido por pabellones abiertos alineados en un eje norte-sur. El primero de ellos está asociado a una gran alberca de 340 m2 de superficie y el meridional a otra menor con forma de U.

Módulo 3.5 Los Palacios.
Antonio Orihuela.

En un extremo del Palacio del Partal (Bartāl, ‘pórtico’ en árabe), Yūsuf I construyó una mezquita (4’16 x 3 m) sobre el adarve de la fortificación, seccionada en dos ámbitos separados entre sí por un arco semicircular transversal: un zaguán y el oratorio en sí mismo, con un bello mihrāb. Dos pequeños arcos con parteluz, enmarcados en otro mayor, se abren en los dos muros laterales, permitiendo así que el emplazado a la derecha de la entrada disponga de una espléndida panorámica. El oratorio exhibe un formidable programa decorativo.

Módulo 3.7 Los espacios Religiosos.
Virgilio Martínez.

Foto: Olga Ruano Yeguas.

 

Torre de los Picos

Realizada a fines del siglo XIII o comienzos del XIV, esta torre es conocida con ese nombre gracias a unos elementos con forma de ménsulas que sobresalen en la cara exterior de la planta alta. Servían como balcones volados para, desde arriba, controlar toda la vertical de la torre y de la planta situada en su base.
La Torre de los Picos servía para la defensa de una de las entradas de la fortaleza que comunicaba con el Generalife. Esta entrada llevaba hasta la llamada Puerta del Arrabal y de ahí conducía a los cuarteles que formaban la defensa de dicha fortaleza. Su interior se compone de 3 cuerpos, formando un conjunto misterioso y fantástico que inspiró a Washington Irving para describirnos al poderoso y rico judío Almamen, que se escondía por este paraje para buscar los medios de venganza contra el seductor de su hija.

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Foto: Olga Ruano Yeguas.

 

Torre de la Cautiva

La Torre de la Cautiva, es uno de los espacios más destacados de la decoración nazarí. De hecho se trata de una torre-palacio cuya estructura y distribución es la misma de las casas y palacios del recinto.
Así, la entrada se desarrolla en recodo, tras el que se encuentra el patio, aquí con arcos sobre pilares. Tras el arco de acceso, cuyo umbral presenta sendas tacas muy restauradas, surge la estancia principal, de planta cuadrada, con ventanas geminadas al exterior que son pequeñas alcobas.
Toda ella, probablemente junto al Salón del Trono del Palacio de Comares, atesora el más completo programa decorativo de la Alhambra. De hecho, al igual que aquélla, debe su autoría al sultán Yusuf I, uno de los momentos de esplendor del arte nazarí.
Este tipo de torres en nada se diferencian esquemáticamente de cualquier vivienda pues incluso posee planta superior y terraza a las que se accede junto al recodo de la entrada.

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Foto: Olga Ruano Yeguas.
Fotos del interior: Pepe Marín.

 

Torre de la Infanta

Semejante en estructura a la Cautiva.
En su entrada, con triple recodo, destaca la bovedita de grandes mocárabes pintados imitando ladrillos rojos con llagas blancas. En esta torre el patio central, con fuentecilla poligonal de mármol, distribuye en su contorno las estancias principales, la más importante al fondo, a las que se accede a través del tradicional arco enmarcado, con tacas en las jambas.
El patio, originalmente con linterna y cúpula de mocárabes, se cubre hoy con un techo de madera moderno. A él abren las estancias de la planta superior mediante ventanas geminadas.
Aunque la Torre de las Infantas se asemeja conceptualmente a la Torre de la Cautiva, los tratadistas que se han ocupado de ella coinciden en afirmar que su decoración expresa en general un momento de decadencia que coincidiría con el cambio del siglo XIV al XV, concretamente a la época del sultán Muhammad VII (1392-1408).
Esta torre es escenario de la famosa leyenda de las tres princesas, Zaida, Zorayda y Zorahaida, recogida por Washington Irving en sus famosos Cuentos de la Alhambra, cuya lectura acompaña perfectamente para comprender una Alhambra romántica tal vez aquí como en ningún otro lugar del recinto.

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Foto: Olga Ruano Yeguas.
Fotos del interior: Pepe Marín.

 

Medina

Al servicio de la corte estaba la población que se asentaba en lamedina, organizada en torno a una calle principal, dotada de baño público, mezquita, comercios, viviendas… Es decir, toda una estructura necesaria para el desarrollo de la vida. En la zona más elevada se consolidó un barrio artesanal con un entramado de casas y talleres, semejantes a los existentes en el norte de África, del que solo queda vestigios arqueológicos. De estos restos arqueológicos destacan dos viviendas, cercanas a la torre del Capitán que excavara y restaurara en su tiempo Leopoldo Torres Balbás. Ambas son representativas de la casa nazarí.

Módulo 5.7. La vida cotidiana en la Medina
Silvia Pérez López.

Foto: Pepe Marín.

 

Convento de San Francisco

Edificado en el siglo XVI sobre un palacete musulmán, actualmente Parador Nacional de Turismo. De él se conserva entre otros restos, un bello mirador que sobresale del edificio, fácilmente identificable, en cuyo interior fueron preparadas las fosas sepulcrales de los Reyes Católicos, mientras se construía en la ciudad el Panteón de la Capilla Real, donde hoy reposan sus restos mortales.

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Fotos: Olga Ruano Yeguas.

 

Puerta de los Siete Suelos

Es una de lass dos últimas puertas corresponden al gobierno de Yúsuf I, en unos años en que se inicia la gran renovación palatina de la Alhambra. Conocida popularmente como Puerta de Siete Suelos (Bāb al-Gudur o puerta de las Albercas). Aunque muy mutilada, por su voladura en la invasión napoleónica, muestra su enorme altura y la originalidad de su configuración de doble torre y puerta en medio, alineada con la muralla. Permitía el acceso a la zona medina de la Alhambra, los talleres y a algunos de los palacios diseminados por la zona alta.

Módulo 3.2. Calles y Puertas de la Alhambra.
José Manuel Gómez Moreno.

Foto: Pepe Marín.

 

Zona Arqueológica de los Abencerrajes

En la mitad oriental de la Alhambra se encuentran los restos arqueológicosconsolidados de 3 palacios excavados en distintos periodos del siglo XX. El mayor de ellos y más importante es el del Partal Alto, cuya construcción se atribuye a Muhammad II (r. 1273-1302) y debió de ser la residencia de los sultanes nazaríes de la primera línea dinástica. Esto se puede deducir tanto por su gran tamaño como por su nombre árabe al-dar l-kubrà, el Palacio Mayor, o más sencillamente, la Casa Grande. Su diseño es muy similar al del Alcázar Menor de Murcia, ya que sus jardines a ambos lados de la gran alberca alargada están divididos en cuatro arriates por medio de un andén transversal. El llamado Palacio de los Abencerrajes sería el siguiente eslabón en la evolución tipológica, pues ya no presenta el citado andén. Este mismo tipo es seguido en el llamado Palacio del Secano, ubicado junto a las tenerías, aunque sus escasos restos no permiten reconocerlo en su totalidad.

Módulo 3.5. Los Palacios.
Antonio Orihuela.

Con Muhammad II, a inicios del siglo XIII, la Alhambra va adquiriendo poco a poco forma y funciones de ciudad. Se comienzan a construir las primeras casas y palacios dispersos por todo el recinto, todavía en un espacio más rural que urbano. Varios de estos palacios pasarían luego a manos de familias colaboradoras (como fue el caso del de los Abencerrajes), al construir los sultanes otros nuevos más suntuosos. También se crea entonces la almunia o carmen del Generalife, destinado al solaz y descanso de los sultanes.

Módulo 5.1. ¿Quienes vivían en la Alhambra?.
José Manuel Gómez Moreno.

Foto: Olga Ruano Yeguas.

 

Acequia Real

La infraestructura hidráulica que se diseña a partir de 1238 supone una conquista del agua para el territorio, un prodigio de ingeniería medieval consistente en la construcción de un azud (presa) [Vista de la Presa Real], que desvía las aguas del río hacia una acequia (canal) excavada en la roca a media ladera. Esta canalización recorre una distancia aproximada de 6 km, dirigiendo el agua que desciende por gravedad, hasta alcanzar los dominios de la Alhambra por otra colina colindante, denominada Cerro del Sol. A partir de aquí atraviesa el ámbito del Generalife actuando como un eje a su paso por el patio de la Acequia, y regando con sus ramales y tomaderos las huertas que se extienden a lo largo de su recorrido: Huerta Colorada, Huerta Grande y Huerta de Fuentepeña. La propia disposición de la Casa del Generalife y de las huertas que lo conforman, queda condicionada a la existencia de la acequia que, de esta manera, define funcional y formalmente este espacio. Dejando atrás las tierras del Generalife, parte del caudal se deriva hacia el antiguo barrio del Realejo y Torres Bermejas, el resto se encauza por un acueducto junto a la torre del Agua, por la que la acequia entra finalmente en el recinto amurallado de la Alhambra, al que atraviesa en toda su longitud.
El trazado de la llamada Acequia Real o del Sultán obedece al estudio de la topografía del terreno, de la captación de agua y de su transporte. Su creación supone el inicio de una etapa determinante, que va a convertir la fortaleza en ciudad palatina; una compleja planificación espacial organiza la ubicación de la zona urbana o administrativa, de los diferentes ámbitos residenciales y artesanales mediante un inteligente sistema de terrazas que descienden a ambos lados de esta acequia, garantizando así el suministro del agua en toda la extensión de la medina (ciudad).

Módulo 3.4. La Infraestructura Hidráulica.
María Cullel.

Fotos: Pepe Marín.

 

Torre del Agua

Las torres de la Alhambra son de diferente tamaño, forma, ornato y comodidad, ya que fueron construidas en periodos diferentes y con fines diversos, siguiendo el proceso de crecimiento de la zona áulica alhambreña y de su medina, que duró hasta el siglo XIV.
Así encontramos diversos tipos de torres en su recinto amurallado: torres contrafuerte o de flanqueo como la Torre del Agua.

Módulo 3.3. El Sistema Defensivo.
Juan Antonio Vilar.

Foto: Olga Ruano.

 

Albercones

El sistema hidráulico de la Alhambra se basa en la Acequia del Sultán que desde el Río Darro se encauza hasta la parte alta del Generalife al que abastece, para posteriormente, mediante un acueducto, entrar en la Alhambra.
Entre las fincas de explotación agrícola y ganadera, el Generalife era la más próxima a la Alhambra, con un palacio y grandes huertas en su interior. La acequia que las irrigaba corre paralela a las huertas.
Las necesidades de regadío de otras huertas de los alrededores motivaron la construcción de una derivación, por medio de una galería perpendicular subterránea, un profundo pozo, una noria y una gran alberca. El objeto de esta construcción era llevar el agua hasta las zonas más meridionales, para lo que era necesario conducirla hacia la zona más elevada de la finca.
Este conjunto se le conoce como Los Albercones. La galería subterránea finaliza en un pozo bajo un torreón, denominado de las Damas, construido para protegerlo así como para albergar la noria que subía el agua desde la Acequia Real. Andenes de ladrillo rodean a la alberca, así como una escalera para acceder a una terraza que debió disponer de un mirador o pabellón sobre el Albercón.
Con la moderna recuperación de la Alhambra y de sus valores patrimoniales, en 1926 se construyó un nuevo Albercón junto al nazarí para aumentar la presión de agua en todo el circuito y ya en la década de los sesenta del s. XX, con el desarrollo del turismo, se hizo necesario construir un tercer Albercón.

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Foto: Pepe Marín.

 

Patio de la Acequia

Es tal vez el más antiguo jardín ornamental conservado en el planeta, el Patio de la Acequia del Generalife, que existe al menos desde el siglo XIII, sin que tengamos noticia de etapa alguna de desaparición.
Es en ese sentido excepcional, pues lo normal es que los jardines conservados de esos tiempos han sufrido etapas de abandono y son conocidos gracias a trabajos arqueológicos y de reposición. El Patio de la Acequia nunca ha dejado de ser jardín y, aunque ha sufrido cambios en sus plantaciones, ha conservado siempre lo fundamental, el eje de agua y los cuadros laterales de cultivo, manteniendo su carácter de patio cerrado y, en gran medida, el carácter de las construcciones que lo enmarcan.

Módulo 4.7. Los jardines de la Alhambra
José Tito.

Foto: Pepe Marín.

 

Patio de la Sultana

Atravesando la alcoba lateral de la Sala Regia se asciende, al nivel de un corredor abierto, al denominado Patio del Ciprés de la Sultana.
La edificación porticada data de 1584, frente a la que se desarrolla un intimista patio ajardinado de gusto barroco. Originalmente todo el espacio, como vimos, estaba ocupado por el baño del Palacio, del que no ha quedado aparentemente nada, excepto tal vez, la entrada del caudal de agua de la acequia que debió abastecerlo antes de continuar al Patio contiguo y que puede observarse en forma de cascada a través del hueco en el muro lateral.
En el centro se encuentra una alberca con dibujo en planta en forma de «U», en cuyo centro se dispuso, en el siglo XIX, otra mas pequeña de la que sobresale una fuentecilla de piedra.
Todo el conjunto está rodeado de surtidores que lanzan agua consiguiendo un ambiente de frescor que ya en 1526 impresionó vivamente al Embajador de la República de Venecia Andrea Navaggiero en su visita al Generalife.
Desde este patio puede seguirse el itinerario de salida, a través de una pequeña puerta situada en la esquina sur, que conduce de nuevo al Patio de la Acequia y la continuación de la visita al Conjunto Monumental.
Si se dispone de tiempo y no importa subir varias escaleras, se puede visitar la zona alta de la finca del Generalife, a través del portón que centra el Patio frente a la galería.

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Foto: Olga Ruano Yeguas.

 

Escalera del Agua

En el Generalife, el agua resalta y amplifica cualquier elemento o construcción por más sencilla que parezca; tal es el caso de la Escalera del Agua. Responde a un desarrollo en cuatro tramos con mesetas intermedias y fuentes de surtidor centradas en ellas. Un canal longitudinal, a ras del suelo, enlaza las fuentes recorriendo todo el eje de la escalera que, a su vez, queda encerrada entre dos pequeños muros laterales rematados por una conducción de tejas vidriadas por las que desciende el agua. Cubierto por una bóveda de laureles, la experiencia sensitiva del agua, junto a una atmósfera de luces y sombras, llenan de magia el lugar.

Módulo 4.8. El agua en la Alhambra
María Cullel.

Para acceder a la zona más elevada del Generalife se encuentra la Escalera del Agua, subsistente del primitivo recinto, aunque muy modificada, famosa por el agua de la acequia del Sultán deslizándose por los canales de sus muros.
A intervalos de tres descansos, en cuyos ejes se sitúan pilas circulares de las que, en su origen, partía un canalillo, hoy perdido; pero sobre los parapetos que bordean la escaleras sí corren canales hechos con tejas invertidas, por los que baja el agua de la Acequia Real permanentemente.

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Fotos: Pepe Marín y Olga Ruano Yeguas.

 

Silla del Moro

La llamada Silla del Moro, fue una construcción de vigilancia y protección para el Generalife y las huertas en un sector tan importante para la distribución del agua de la Acequia Real a toda la Alhambra.
Hasta la segunda mitad del s. XX en que se inició la reconstrucción de la torre principal y de los muros, el Conjunto Monumental permaneció en un estado de ruina y abandono. Fue a partir de 1929, con Torres Balbás, cuando se comenzó a prestarle atención, al descubrirse los restos de su escalera de acceso y de la puerta de la gran torre que entonces estaba destruida casi en su totalidad.
Debió tener el conjunto un carácter militar, en un sector de fincas que aparecían bastante vulnerables a los posibles ataques enemigos. La perspectiva que se divisa a su alrededor pone de manifiesto el papel estratégico de su localización, como lo confirma en el transcurrir de los siglos, por ejemplo, que también fue utilizado por el ejército francés de ocupación.
La denominación de Santa Elena se debe a su consagración como iglesia, desconociéndose su nomenclatura árabe, pues no aparece en la relación de fincas pertenecientes al sultán granadino, siendo difícil su atribución. El estado de abandono que sucedió a una serie de utilizaciones diferentes a su destino en época cristiana, la han mutilado de gran manera, privándola de cualquier resto decorativo o epigráfico que pudiera servir de punto de partida.
La historia y las descripciones que de ella poseemos pertenecen a épocas muy posteriores a la nazarí y nos aportan muy poco sobre su papel en la estructura defensiva de la capital granadina.
Por otro lado, si tenía ese carácter de vigilancia, debía tener algún enlace amurallado o de otro tipo, tanto con el Generalife, como con las construcciones más elevadas del Cerro del Sol, o incluso en el recorrido de la acequia.

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Fotos: Pepe Marín.

 

Habitaciones del Emperador Carlos V

Prácticamente tras la conquista de Granada en 1492, los Reyes Católicos inician en la Alhambra obras para evitar su deterioro y garantizar su conservación.
Siguiendo sus pasos es significativa la petición que el joven Emperador Carlos V hace desde Flandes en 1517 al Alguacil Mayor del Reino la víspera de su viaje para tomar posesión del Trono: «...para que ordenase la forma que mejor le pareciese del aposento de su casa y corte... y que los aposentadores hiciesen el aposento con suavidad y sin molestia ...».
En junio de 1526 llega el Emperador a Granada con su esposa Isabel de Portugal, alojándose en la misma Alhambra, que causa una grata impresión a los ilustres huéspedes, hasta el punto de concebir establecer aquí la sede Imperial y el panteón de la dinastía.
Así en 1528 se aprueba la construcción de seis «cuartos nuevos» en torno a los palacios musulmanes, conformando una especie de «suite imperial». A ellos se accede tras un corredor a cuya izquierda puede verse la planta alta del Baño de Comares, adaptada desde entonces como entrada al mismo.
Tras el corredor se encuentra el despacho del Emperador, dotado de chimenea y artesonado de cuarterones trazado hacia 1532 por Pedro Machuca, y a continuación una antecámara por la que se accedía a los dormitorios del Emperador y de la Emperatriz.
Sobre la puerta se conserva una lápida colocada en 1914 por el primer Patronato de la Alhambra en recuerdo del escritor norteamericano Washington Irving, autor de los famosos «Cuentos de la Alhambra», que se hospedó en 1829 en las habitaciones contiguas, conocidas como «Salas de las Frutas» por su techos decorados hacia 1537 por Julio Aquiles y Alejandro Mayner, discípulos de Rafael de Sancio y de Giovanni de Udine.
Existe una tradición popular, recogida desde el siglo XVII, de que «en este quarto engendraron el Emperador Carlos y la Emperatriz doña Isabel, su mujer, al prudente Rey don Felipe II».

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Fotos: Pepe Marín.

 

Palacio de Yusuf III

Avanzando por la estrecha calle que servía para comunicar los palacios de la Alhambra y dejando atrás la complicada pero hermosa configuración de los Jardines del Partal, encontramos un ceñido andén protegido por un prolongado pasamano que recorre la base del muro que encierra otro de los palacios de la Alhambra: el Palacio de Yusuf III (1408-1417).
Destaca la gran alberca alargada, testimonio del patio central de un gran edificio de semejante estructura al Palacio de Comares cuyas crujías laterales, destruidas, ocupan ahora frondosos jardines.
A la cabecera del patio puede observarse la base de lo que fue estancia principal del Palacio: una torre ante la que se extendía una galería porticada, abierta al patio. Hoy, reducida la edificación al recrecido de los muros estructurales se ha configurado en una terraza que, al igual que en la etapa medieval, posee una de las perspectivas más hermosas de la Alhambra.
Algunos restos aparecidos en la excavación atribuyeron la edificación a Yusuf III, aunque éste pudo modificar o redecorar la construcción atribuida a un sultán muy anterior, Muhammad II (1273-1302).
Descubierto en la campaña arqueológica de los años treinta, fue documentalmente identificado como Palacio de Mondéjar o de Tendilla, cedido por los Reyes Católicos al primero de ellos y, desde entonces, residencia de los Alcaides o Gobernadores de la Alhambra.
Felipe V despojó del título en 1718 a tan destacada familia de la política y de la cultura española de la época, siendo demolido el edificio y vendidos la mayoría de sus materiales.

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Patio del Harem

 

Dar al-Arusa

Este palacio está situado en la parte más elevada del Cerro del Sol, por encima de las huertas del Generalife, de los Alijares y de la Silla del Moro.
Su hallazgo casual, con motivo de una repoblación de pinares, se realizó en 1933, efectuando su excavación durante tres años por el arquitecto don Leopoldo Torres Balbás.
El conjunto aparecía distribuido en torno a un patio central. En su extremo noroeste aparecieron restos que se identificaron como un sistema hidráulico de elevación del agua de un pozo mediante noria.
En el lateral occidental del patio aparecieron restos de una galería corrida abierta al patio. Todo el conjunto está envuelto por un muro que forma una especie de barbacana prolongándose de norte a sur. También se apreciaron diversas muestras de solería junto a los muros.
En el centro del patio aparecieron los restos de una alberca, con restos de canalización, probablemente de desagüe.
La zona más construida del Palacio estaba situada al sur del patio, en cuyo eje central abría una puerta de acceso a varias estancias. A poniente se encuentra el muro general del recinto, que decíamos, pudo formar una barbacana y parece cerrar la zona de vivienda del Palacio.
A levante se conservó la planta de un baño completo, al que se accedía desde el patio por un pasillo con doble recodo, tras el que se llegaba a una sala cuadrada en cuyo centro conservó una fuente circular de mármol, encuadrada por un paño de alicatado, lo más importante hallado de la decoración del Palacio.
Más a levante estaba la sala caliente del baño, bajo la que aparecieron los restos incompletos del hipocausto. Otros muros al sur del baño indican la existencia probable de construcciones prolongadas hacia este lugar.
Los fragmentos de yesería, solerías y alicatados nos muestran la importancia que tuvo el Palaci

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Fotos: Pepe Marín

Mapa Interactivo del recinto de la Alhambra. Pulsa en los círculos para un recorrido inmersivo mediante fotos del monumento. Haz click para ampliar la información.

Este es un recurso didáctico desarrollado específicamente para el curso “La Alhambra: historia, arte y Patrimonio” organizado por la Universidad de Granada y el Patronato de la Alhambra y Generalife. Este curso en formato MOOC (masivo, online y gratuito) se cursa desde abiertaUGR, la plataforma de formación abierta de la Universidad de Granada. Diseño realizado por el Centro de Enseñanzas Virtuales de la Universidad de Granada